LA MUERTE
130 x 195 cm
Óleo sobre lienzo
La Muerte
“El nacimiento es el inicio de una danza macabra, que concluye con la muerte” – Tachi
¿Que es la muerte?
Es un acontecimiento inevitable, e inherente a la vida, donde un organismo deja de ser funcional y autónomo, para pasar a un estado de deterioro de la materia inerte que formaba dicho organismo en su estado activo, en el caso del ser humano se podría hablar de la perdida de la conciencia como individuo, cosa que desde siempre nos ha aterrado, siendo en muchas ocasiones tema tabú, pero despertando cierta fascinación y curiosidad a la vez.
Pero sin duda una de las cosas que no somos conscientes por ese vivir de espaldas a ella, es que la naturalidad de la muerte es sobrecogedora.
La muerte es natural, necesaria e irremediable.
El hombre observa que cuando fallecen sus congéneres, la persona que manejaba y dirigía conscientemente el cuerpo, desaparece, se va, y abandona el cuerpo.
¡Por ello la eterna pregunta!
¿Qué hay después de la muerte? ¿Dónde se va la persona que fallece? Se genera la necesidad de buscar otras vidas más allá.
Es por esto que aparecen las religiones y la adoración a los dioses para contactar con el más allá, lugar donde van nuestros difuntos.
Con los fallecidos no se tiene la costumbre de practicar ritos funerarios tal y como los conocemos, en tumbas y lugares para visitar, hasta que el ser humano pasa de nómada a sedentario, en el periodo Mesolítico (Hasta entonces los cadáveres podrían ser devorados por los familiares, esta teoría se respalda por el hecho de que no se encuentran cuerpos enterrados, además de que con la
escasez de proteínas, parece lógico, y así también sería un modo de llevarse con ellos los restos, por lo tanto no es tan descabellado que tuviesen estos canibalísticos comportamientos).
Aun así los primeros enterramientos intencionales de los que se tienen constancia se atribuyen a los Neardentales, en el Paleolítico Medio (130.000-35.000 a.C.) se han encontrado sepulturas individuales y familiares.
El ritual funerario muestra la creencia en la vida de ultratumba, junto al cadáver entierran ajuares y ofrendas, ya que creen que el difunto tiene las mismas necesidades que tuvo en vida. En todos los casos han aparecido restos de ajuar funerario como herramientas de sílex, adornos y restos de caza. A partir de entonces, tanto el Neardental, como el homo sapiens han mantenido una continua búsqueda de universos paralelos que den continuidad al súbito final de la vida terrenal y consciente.
Como claro ejemplo, nos podemos fijar en los egipcios, ya que abastecen con las propiedades que poseían en vida, a sus difuntos en sus enterramientos ,y los preparan con sofisticados sistemas de embalsamamiento.
Pero no hay que irse tan lejos, ya que por ejemplo, hoy en día se investiga y no se escatima en recursos sobre todo en las mas altas esferas económicas, sobre el tema del regreso a la vida después de la muerte, con la preservación del cuerpo a través de la Criogenización, y su posterior reanimación.
(Existen cuerpos criogenizados desde el año 1967, James Bedford fue el primero de ellos).
En la obra se dan los tres espacios presentes en casi todas las religiones o doctrinas que creen en la vida mas allá de la muerte.
El Purgatorio (Sería donde se desarrolla toda la acción)
El infierno (El lugar hacia donde dirigen las escaleras en el suelo) Y el Cielo (El agujero hacía la luz en la parte superior)
Haremos un pequeño repaso sobre estás creencias.
La existencia de Cielo, Infierno y Purgatorio, no es exclusiva del Cristianismo. Paradójicamente, la lectura más similar se encuentra en el Islam. Casi todas las religiones creen en la salvación y la condenación eternas. Así, la mayor parte de las religiones antiguas creía en la vida de ultratumba, aunque no necesariamente en el infierno. El judaísmo inicial creía en «Sheol», una existencia sombría a la cual todos eran enviados indiscriminadamente tras la muerte. Por su parte, el
hinduismo y el budismo creen en el infierno, pero únicamente como escenario transitorio dentro del ciclo de reencarnaciones. Los hindúes creen hasta en 21 infiernos. Por su parte, la mitología griega, asumida en parte por los romanos, hablaba del Hades como el lugar al que las almas de los muertos llegaban después de atravesar la laguna Estigia gracias a Caronte. En la antigua mitología nórdica existía un mundo tenebroso (el reino de Hel) para las almas de aquellos que no lograban entrar al
«Valhala».
En cuanto al Purgatorio, no es aceptado por las iglesias ortodoxas y protestantes. Precisamente, la Reforma luterana arrancó contra la venta de indulgencias para las almas en pena. En el Islam, como se ha dicho, el concepto de Purgatorio es similar al católico. También los zoroastrianos observan la existencia del «Hamistagan», donde las almas de los que presentan un balance equilibrado entre sus buenas y sus malas obras, encuentran la oportunidad que necesitan para ganar un sitio en el cielo.
Finalmente, el Cielo como lugar de felicidad eterna es contemplado por la práctica totalidad de las religiones. Este concepto, entre los judíos, acabó suplantando al de Sheol. Los conversos judíos a este concepto de cielo e infierno incluían el grupo conocido como los fariseos. Los conservadores (saduceos) mantuvieron su creencia en el Sheol. Los fariseos transmitieron la creencia en el Cielo al Cristianismo y el Islam.
La obra reflexiona sobre el tema tabú de la muerte desde la perspectiva solitaria del individuo.
La muerte es un acontecimiento al que al igual que el nacimiento nos enfrentamos solos, nadie nos acompaña en este proceso.
La muerte le da sentido a la vida como tal.
Es importante en la medida que nos hace conscientes de la vida.
Pero vivimos de espaldas a ella y sin embargo es la cosa más cierta que existe. La muerte se afronta individualmente y desde la completa soledad.
En la obra se puede ver esta reflexión en la ciudad que se transforma en una linea de las constantes vitales, la ciudad es un bullicio de ruidos y continuos ajetreos, pero esa ciudad desaparece en el instante previo a la muerte y el individuo aislado, es consciente de su soledad ante el segundo momento más importante de su existencia. ¡Su Muerte!
Los miedos colectivos y la imaginería popular sobre la muerte, nos han llevado a cosificarla
como un “Ente” en la literatura, pintura y escultura. En la obra aparece como un ser esquelético, con rasgos antropomórficos, con altura y superioridad notable ante el difunto, armada con la guadaña para segar a su antojo y en el momento elegido, la vida, tanto de ricos como de pobres, gentes de diferentes índoles sin distinción, somos todos iguales ante ella.
Enfrente estamos nosotros, la figura arrodillada, aterrorizados por el inminente final, dando cuentas ante un ser superior o ante nosotros mismos del sentido de toda una vida (Nuestro juicio final)
Nuestra figura aparece arrodillada, sumisa ante la obligada humildad que la ocasión exige.
La figura siente pánico, miedo, vacío, su mirada es hueca. La figura se desploma en tres secuencias hacia atrás, deshumanizándose hasta la desintegración. Pasamos a un estado de energía, porque a nivel material desaparecemos. Polvo eres y en polvo te convertirás, trasmitiendo la conciencia de la nada y de la vanidad de las cosas.
La moneda antigua u Óbolo de la obra, representa el Mito de Caronte. Caronte es una figura de la mitología griega, es el barquero que lleva las almas de los muertos al Hades, donde serán juzgadas para decidir su lugar de descanso. Los griegos creían que los muertos necesitaban una moneda para pagar a Caronte por sus servicios, así que les ponían una en la boca o en los ojos a los difuntos.
Pero la moneda con mi soberbio rostro más que nada simboliza la paradoja de acumular riquezas sin disfrutar de la vida. Ante la muerte desaparece la arrogancia, el engreimiento, la soberbia fruto del poder social o económico, ella se queda todas nuestras riquezas, por las que muchos hemos luchado y probablemente desperdiciado nuestras cortas vidas.
Nunca sabemos, o es difícil intuir el momento en que se abandona este mundo, salvo una curiosa y antinatural figura. ¡El Suicidio!
Momento en el cual un individuo decide acabar con el bien más preciado, su vida, y no es ningún detalle aislado, ya que cerca de 800.000 personas se suicidan al año.
En la obra aparece la mención a esta auto eliminación en el individuo que aparece en el centro con una pequeña figura blanca, que se desploma en tres secuencias.
La pregunta es, ¿Por que se quita la vida la gente?
Habría mucho que hablar sobre este tema, pero básicamente una de las razones principales es el hecho de no desarrollar en la actualidad las funciones para las que se creo la especie humana, esto crea unas frustraciones y desajustes mentales que llevan a los múltiples trastornos psicológicos de la actualidad.
Pero en la obra he pretendido reflejar el sentido poético del suicidio.
La publicación en 1774 de la novela de Goethe «Las penas del joven Werther» (Libro del romanticismo del S.IIXX) fue seguida por una oleada de suicidios de jóvenes de ambos sexos inspirados en su infortunado héroe.
La poetización romántica del suicidio, consiste en explicarlo por el dolor acuciante y el irremediable desamparo sentimental. Ese enfoque es desideologizado absteniéndose el poeta de toda actitud comprometida que le hubiera impelido a aprobar o desaprobar ese comportamiento ante la vida y la muerte, por ello la silueta pintada aparece como realizando en su mortal acto una danza sobreactuada en el momento que se lanza al vacío desde una montículo llorando por su amada.
En la obra aparece un suelo de baldosas en el que se juega con las perspectivas.
Las baldosas blancas y negras simulan los antiguos suelos de hospital, a la vez que la dualidad del bien y el mal, el cielo y el infierno. Las negras son agujeros oscuros y profundos, hacia el terror inferior de lo desconocido.
En el principio del pasillo aparecen unas manchas amarillas que contrastan con las baldosas negras, dicha combinación muestra la llamada Homeopantosis que son las combinaciones mas frecuentes que la naturaleza utiliza para trasmitir el peligro del veneno de algunos seres vivos, el llamado código de muerte.
Seguidas de estas manchas aparecen unas escaleras que descienden a la oscuridad profunda y desconocida del subsuelo, insinuando el camino al temido infierno,destino al que se condena eternamente, a las almas castigadas, por sus inaceptables actos, por la religión de turno.
El pasillo se prolonga hacia el fondo de la obra alzandose hacia un agujero en la oscuridad, hacia la luz blanca, luz que muchísima gente que ha vivido a experiencias cercanas a la muerte describen que la ven.
El camino nos lleva al deseado paraíso celestial merecido por aquellas almas que llevaron una vida de contención y mesura.
Finalmente tengo sin duda las respuestas a las preguntas iniciales.
¿Qué hay después de la muerte? ¿Donde se va la persona que fallece? Si observamos el principio y el final en el cuadro se unen.
El final es el principio.
La sensación del “Yo” antes del nacimiento será la misma sensación del “Yo” después de la muerte.
¿Que hay después de la muerte?
¡Lo que había antes de nacer!
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