LA EDUCACIÓN
195x130cm
Óleo sobre lienzo

LA EDUCACIÓN

¿Qué es la educación?

La educación es el proceso de facilitar habilidades o capacidades propias del individuo, mediante el aprendizaje de conocimientos, experiencias, así como también de las virtudes, creencias, valores, hábitos, u otras características del ser, por parte de otros individuos más versados en el asunto enseñado, empleando diversas técnicas de la pedagogía.

El resultado final del proceso educativo es incierto, ya que el ser humano nunca deja de aprender, por ende, de cambiar sus conductas y sus preceptos. Sin embargo, las etapas iniciales de la vida se consideran cruciales para la formación y educación del individuo (tanto en aspectos formales como en materia afectiva, social etc.), ya que serán responsables del modo de actuar que el individuo presente en su etapa adulta.
Al mismo tiempo, la educación formal o académica es considerada en nuestras sociedades una institución al servicio del ser humano, de su evolución y su aprendizaje, en el que puede no sólo adquirir conocimientos profundos y complejos, sino también
moldear una forma de pensamiento en los asuntos de la ética, la moral, la afectividad, etc. Y sin embargo, el acceso a este tipo de educación suele estar restringido a las clases medias y altas, lo cual supone siempre una dificultad adicional para las clases más desfavorecidas, a menudo sumergidas en la ignorancia.
La educación puede darse a través de modelos distintos y diversos rangos de experiencias, pero generalmente está a cargo de un tutor, profesor, maestro o guía, que
es una figura de relativa autoridad sobre los aprendices o estudiantes, encargada de velar por la correcta comprensión de los temas y de resolver las dudas que puedan surgir en el proceso, ya que no todas las personas tienen mecanismos de aprendizaje similares.
Una vez claras las razones y los métodos me gustaría plantear matices como el nivel de intensidad y exigencia en la enseñanza, el compromiso por parte del alumno, el tipo de relación entre maestro y aprendiz,etc.

Cierto es, que a los niños se les educa desde pequeños y no vemos el resultado probablemente hasta cuando ya es tarde para rectificar.
Por lo tanto no conocemos de inmediato sus efectos. Aunque sí podemos ver algunos indicios, y trabajar sobre ellos.
Imprescindible es, tanto en la educación, como en la formación de un individuo intervenir en una edad temprana cuando todavía no se han formado ni el carácter, ni la personalidad, trabajando así tan sólo con su temperamento.

Para establecer una cronología de las etapas del desarrollo de la personalidad resulta interesante partir de la clasificación de las principales etapas vitales.
Partiendo de ellas como referencia, veamos de qué manera se va desarrollando la estructura psicológica de los seres humanos.

1. Los primeros momentos.

En el momento en que un bebé nace no podemos considerar que tenga una personalidad marcada, ya que el nuevo individuo no ha tenido experiencias concretas que le hagan ser, pensar o actuar de una manera determinada. Sin embargo, sí que es cierto que según

pasan los días vamos viendo cómo el niño o niña tiene una tendencia a comportarse de una manera determinada:
por ejemplo podemos observar si llora mucho o poco, cómo se alimenta o si responde al tacto con miedo o curiosidad.
Estas primeras características forman parte de lo que se viene a llamar temperamento, el cual forma parte de la constitución innata de la persona y que posteriormente puede ser moldeado mediante el aprendizaje. El temperamento tiene base biológica y proviene principalmente de la herencia genética de nuestros antepasados. Siendo un componente vinculado principalmente a la afectividad, se trata de un componente primigenio que va a actuar como base para la construcción de la personalidad.
Si no ha sido atendido adecuadamente tanto en el aspecto físico como emocional, su mente tomará más tiempo en “construirse”, se dejará llevar por sus impulsos, manifestará malestares constantes (mal llamados caprichos, rabietas o berrinches) Incluso, pueden llegar a presentar algunas características físicas poco deseables como rechazar la comida o por el contrario comer en exceso, las pesadillas, el miedo a la oscuridad, entre otras.

2. Infancia

Según el sujeto va creciendo, va desarrollando poco a poco diferentes capacidades cognitivas y físicas que le van a permitir captar la realidad, empezar a intentar entender cómo funciona el mundo y cómo el propio ser puede influir y participar en el.
Esta etapa se caracteriza por la adquisición de valores, creencias y normas provenientes del exterior, de una manera inicialmente imitativa y con pocos tintes críticos. La personalidad empieza a formarse según las características del temperamento van siendo confrontadas a la realidad, adquiriendo patrones de comportamiento y maneras de ver mundo y formándose el carácter.
En esta etapa la autoestima tiende a ser inicialmente alta debido al elevado nivel de atención que se suele prodigar al menor en el entorno familiar. Sin embargo en el momento de la entrada al mundo escolar tiende a disminuir, debido a que se deja atrás el
entorno familiar para entrar en uno desconocido en el que confluyen numerosos puntos de vista.

3. Pubertad y adolescencia

La adolescencia, el punto en que pasamos de ser niños a ser adultos, es una etapa clave en la formación de la personalidad. Se trata de una etapa vital compleja en que el organismo se encuentra en proceso de cambio, al tiempo que se aumentan las expectativas respecto al comportamiento del individuo y este empieza a experimentar diferentes aspectos y realidades.
Se trata de un momento vital caracterizado por la necesidad de diferenciarse, siendo frecuente que aparezca una ruptura o separación respecto a los adultos al cargo y un cuestionamiento continuo de todo lo que hasta entonces se le ha inculcado.
Se aumenta el número de entornos en los que la persona participa, así como el número de personas con las que interactúa, propiciando junto a los cambios hormonales y el aumento en la capacidad de abstracción propia de la maduración cognitiva hará que experimente diferentes roles que le enseñarán qué le gusta y qué se espera de él o ella. Se da una potenciación de la búsqueda de vinculación social y aparecen las primeras relaciones. El adolescente busca una identidad propia a la vez que un sentimiento de pertenencia al entorno social, intentando insertarse como parte de la comunidad y del mundo.
En esta etapa la autoestima tiende a variar producto de las inseguridades y los descubrimientos propios de la adolescencia, A través de la experimentación el

adolescente va a ir probando diferentes maneras de ver la vida, quedándose e introyectando algunos aspectos y variando otros. Se busca una identidad propia, búsqueda que con el tiempo cristaliza en una personalidad diferenciada.

4.Adultez

Se considera que es a partir de la adolescencia cuando podemos hablar de personalidad propiamente dicha, habiéndose forjado ya un patrón relativamente estable de conducta, emoción y pensamiento.
Esta personalidad aún va a variar a lo largo de la vida, pero a grandes rasgos la
estructura va a ser semejante salvo que suceda algún acontecimiento muy relevante para el sujeto que le empuje a realizar cambios en su manera de visualizar el mundo.
En relación a otras etapas vitales, la autoestima tiende a subir y en general el autoconcepto del adulto tiende a intentar acercar su yo real con el ideal, por lo que la timidez disminuye, en caso de haber sido elevada anteriormente. Como consecuencia, deja de tener tanta importancia lo que los demás opinen de uno mismo, y pueden llevarse a cabo actividades que en etapas anteriores darían vergüenza.

5. Ancianidad

Si bien en general la personalidad sigue siendo estable la llegada a la vejez supone la progresiva vivencia de situaciones como la pérdida de habilidades, actividad laboral y seres queridos, cosa que puede afectar en gran medida a nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Se registra una tendencia a la disminución de la extraversión y la autoestima.

En resumen, aunque están relacionados, el temperamento, el carácter y la personalidad son conceptos distintos. El temperamento se refiere a las características innatas, el carácter se refiere a las cualidades y valores adquiridos, y la personalidad es una combinación única de características y comportamientos. Comprender estas diferencias puede ayudarnos a crecer y mejorar como individuos y a establecer relaciones interpersonales más saludables y productivas. Por ello no se debería aplicar el mismo sistema de enseñanza o disciplina a todos los individuos por igual, ya que según estos factores su respuesta variará.

Maria Montessori fue una educadora, pedagoga y médico italiana cuya visión educativa, radical para su época, sigue estando de plena actualidad en nuestros días. Veamos algunas de sus reflexiones sobre el objetivo de la educación.

“La educación en la infancia temprana es la llave para construir una sociedad mejor”. “El objetivo de la educación temprana debería ser activar el deseo natural del niño de aprender”.
“La educación no debería seguir siendo sobre todo impartir conocimiento, sino que debe tomar un nuevo camino, buscando la liberación de las potencialidades humanas”.
“Si la educación reconoce el valor intrínseco de la personalidad de un niño y lo provee de un entorno apropiado para su crecimiento espiritual, tendremos la revelación de un nuevo método de enseñanza cuyas asombrosas características pueden contribuir a la mejora del mundo”.
“La primera tarea del educador es reconocer la personalidad humana en el joven ser y respetarla”.
“El mayor triunfo de nuestro método educativo debería ser siempre este: hacer posible el progreso espontáneo del niño”.

“La observación científica ha establecido que la educación no es lo que un profesor da, es un proceso natural llevado a cabo espontáneamente por el individuo y no se adquiere escuchando palabras, sino a través de experiencias en el entorno”.
“La alegría, sentir nuestro propio valor, sentirse apreciado y amado por los demás, sentirse útil y capaz son factores de enorme valor para el alma humana”.

Sin embargo, la amabilidad sin firmeza también tiene sus riesgos. Quizá los niños pueden acabar siendo egoístas, incapaces de hacer juicios con buen criterio. Tal vez tengan poca tolerancia a la frustración y no sepan enfrentarse a los problemas. O puede que no aprendan a cuidar de sí mismos, necesiten constantemente alguien que les ‘rescate’ y además sientan que lo justo es que así sea. El exceso de libertad, sin orden de ningún tipo, puede acabar provocando el caos en cualquier hogar.

Los padres que actúen con amabilidad, pero sin la dosis necesaria de firmeza, pueden desarrollar un estilo parental permisivo indulgente. No negocian límites ni normas, de manera que los niños llegan a tener un poder de decisión que excede su nivel de madurez. Entramos, de este modo, en el terreno de la permisividad o incluso el pasotismo.
Por el contrario todos sabemos lo que suele pasar cuando quien manda es inflexible. Nadie confía ni presta atención real a esa clase de líder, ni se siente querido o respetado por él. Las reacciones pueden ir desde los sentimientos de rebeldía y alienación hasta los de miedo y culpa. Desde luego, es imposible que haya un ambiente saludable en un
hogar regido a golpe de látigo. Y todo esto sin pararnos a pensar en el ejemplo que están recibiendo los niños que vivan estas circunstancias.
Pero no podemos olvidar que el orden, en su justa medida, tiene muchas ventajas. El orden aporta estructura al funcionamiento del hogar, hace que las cosas sean predecibles y sencillas para los niños. Fomenta la creación de rutinas positivas que incluyan el autocuidado. Además, cuando los límites son claros y están bien definidos, es más sencillo que los niños confíen en sus padres. A menudo esto es especialmente visible durante la adolescencia.

Este es sin duda un perfecto sistema de aprendizaje, al que pocas o ninguna objeción pondría, pero para que se den las circunstancias apropiadas para desarrollarlo, deberíamos tener en cuenta muchos factores, como la cantidad de tiempo dedicada al menor, o la atención personalizada, algo incompatible con la masificación actual, ambos aspectos fundamentales para descubrir su potencial y así personalizar su aprendizaje. También se ha de realizar en un ambiente propicio, por lo tanto no podría influenciarse, ni por internet, ni juegos virtuales, ni televisiones, ni móviles, etc….
Pero no bastaría con ello, ya que deberíamos también aislar al niño y que no se relacionase con los demás niños, ya que estos al estar influenciados por los factores externos que hemos mencionado lo contaminarían también.

Por lo tanto al ser conscientes que es muy difícil o casi imposible conseguir las condiciones adecuadas, hemos de reconocer que por desgracia la educación es global y generalizada y nada ajustada a los individuos, y esto tiene unas consecuencias.
Las consecuencias son que para algunos individuos la educación es demasiado estricta, y para otros muy laxa, para unos la confianza con el maestro es una herramienta y para otros un arma, para unos la disciplina es un bien para otros una condena.
Por lo tanto.
¿Existen unas normas universales, atemporales y eficaces para la educación? O por el contrario ¿Las formas erróneas de educar modifican los comportamientos y por ello estamos condenados a pasar de un extremo al otro de un modo cíclico?

Y ¿Sería en los puntos intermedios donde se recibe la proporción adecuada entre la disciplina y el respeto sin caer en el autoritarismo, ni en permisividad absoluta?

Tengo un pensamiento claramente evolucionista, esto significa que pienso, que la diferencia entre animales y humanos es una simple cuestión de grado, más que basarse en naturalezas esencialmente distintas.

Es decir que estoy convencido de que los procesos psicológicos básicos sobre los que se fundamenta el aprendizaje animal y humano son los mismos, a pesar de que nosotros somos capaces de repetir un mismo error una y mil veces sin aprender a evitarlo de
nuevo, y sin embargo son ellos los seres “Irracionales”

Al final lo que quiero decir con todo esto, es que si miramos generaciones atrás, u observamos al resto de animales como educan a sus crias, veríamos como los errores en una temprana educación provocan desajustes en los individuos que a su vez desestabilizan equilibrios sociales.

Este es uno de los temas más importantes en la obra, las consecuencias de una mala educación.
Podemos observar una serie de personajes que andan erguidos y observantes por encima de un tablero de ajedrez, estos seres representan las generaciones fuertes, entre estos personajes se alternan ojos aplastados en el suelo, que representan las generaciones débiles que han caído debido a su mala educación, yacen en el suelo como frágiles huevos fritos sin capacidad de movimiento esperando que los aplasten o se desparramen.
Esta escena representa una de las frases más rotundas que he escuchado nunca.
“Los tiempos difíciles forman hombres duros, los hombres duros hacen tiempos fáciles , los tiempos fáciles forman hombres débiles, los hombres débiles hacen tiempos difíciles, los tiempos difíciles forman hombres duros.”
En cuanto el terreno se vuelve hostil los débiles caen.(La cuesta del tablero) Otro buen ejemplo también sería este.
“Mi abuelo iba andando al trabajo, mi padre iba en burro, yo voy en coche, mi hijo va en ferrari, mi nieto irá andando.”

La educación es cíclica, al igual que sus efectos.

En la parte central aparece un gigante y un ser diminuto a sus pies, estos seres simbolizan la enseñanza, son el maestro y su discípulo, la sabiduría viene representada por un gigante que se encorva escuchando a su discípulo, niño, que le reclama curioso su legado, el maestro se muestra poderoso en tamaño y posición, paciente protege a su pupilo, el alumno se muestra desafiante e impaciente, típica actitud rebelde de su ignorancia y juventud.
El término «discípulo» representa la palabra del griego koiné μαθητής (μαθητής),
que generalmente significa «el que se dedica a aprender mediante la instrucción de otro”.

Y curiosamente el termino disciplina, viene del latín discipulus, (discípulo, estudiante)Se entiende por disciplina, una manera coordinada, ordenada y sistemática de hacer las cosas, de acuerdo a un método, código o alguna consideración del modo correcto de hacer las cosas.

Observemos que el discípulo aparece en el interior de una burbuja, esta burbuja representa la sobreprotección del menor, que en muchas ocasiones es la causante de la mala educación de este.
La sobreprotección de los hijos no es adecuada.
Pero cierto es que es difícil no ser excesivamente benévolo en tiempos buenos, y de ahí la rotunda frase que antes citábamos.
Si sobreprotegemos al niño, y no lo exponemos a las frustraciones lógicas de su entorno, no desarrollará las herramientas necesarias para poder enfrentarse a dicha frustración, teniendo más tarde serios problemas ya que en el futuro la frustración por no conseguir nuestros propósitos suele ser una constante. También deberíamos inculcarle la frialdad de la distancia que en ciertos momentos requiere el respeto de la figura del tutor, en la educación la figura del maestro no puede, ni debe ser una figura cercana ni puede existir una relación de igualdad, este perderá su autoridad entendida como aquella persona que el niño no debe cuestionar.
El niño en su formación no puede ni debe cuestionar su enseñanza, no es ni su función, ni el momento de cuestionar la competencia del aprendizaje.
Es por lo tanto responsabilidad ineludible, y de vital importancia de la sociedad, que dichas enseñanzas o sistemas educativos sean los apropiados.
Sin embargo en esta, nuestra sociedad, otorgamos a los niños excesiva capacidad de decisión.
¡Y deciden!
Y deciden desde su experiencia, y desde su subjetividad, es decir desde su ignorancia y su egoísmo.

En la obra hay un tablero de ajedrez, en forma de camino, por el que caminan los personajes del cuadro.
El ajedrez es un símil del juego de estrategia que es la vida, y es un símil de lo importante que es la sabiduría que se obtiene a través de la educación, para la estrategia que uno tiene en esta vida.

En el cuadro comparo la vida con una partida de ajedrez en la que debemos tomar decisiones, cada decisión que tomemos, o que no tomemos, nos afectará de una forma u otra, esto pasa en el ajedrez y en la vida misma.
Por cierto, a título personal y como anécdota, me es imposible jugar al ajedrez, aun siendo un juego que admiro. Quizás sea por la perspectiva matemática del juego, donde no existe el azar.

La partida me provoca ansiedad, porque sé que la primera, o primeras decisiones condicionan la partida, por lo tanto, partiendo de que las combinaciones de las posibles partidas son casi infinitas, el número de posiciones diferentes posibles después de sólo 10 movimientos, es de 165 cuatrillones y medio. Es decir,
165.518.829.100.544.000.000.000.000. Otra cifra alucinante es el número total de partidas de ajedrez diferentes que se pueden jugar, serían un 1, con 100 mil ceros, me vuelven loco las posibilidades, sin haber movido ni tan siquiera una sola ficha.

Otra razón por la cual utilizo el tablero de ajedrez, es para simbolizar la capacidad y el poder de la sabiduría, trasmitida a través de la educación.

En una de las primeras casillas aparece un grano de trigo, que simboliza “La leyenda de
Sissa” que nos muestra con picaresca el poder de la sabiduría.
La leyenda cuenta que un rey del lejano oriente al querer compensar a un ciudadano llamado Sissa, se da cuenta que sería arruinado al aceptar, fruto de su ignorancia, una

aparente insignificante cantidad de granos de trigo multiplicados exponencialmente por el número de las casillas del tablero de ajedrez.(64)

En la parte superior izquierda camina un elefante en cuyo lomo lleva un obelisco, a pesar de recordarnos a los elefantes de Dalí, el pionero fue Bernini con su Obelisco y el elefante, es una escultura diseñada por Gian Lorenzo Bernini situada en la Piazza della Minerva en Roma. Su peculiar diseño se inspiraba en una de las frases grabadas en el obelisco encontrado en unas excavaciones en 1655 “Se necesita una mente robusta para mantener una sabiduría sólida” y, para materializarla, en una escultura encargada por el Papa Alejandro VII en 1667, eligió la figura de un elefante, capaz de soportar el peso de tal columna y símbolo de sapiencia y erudición en muchas culturas. En el obelisco a
lomos del elefante de la obra, aparecen tallados símbolos de las nuevas tecnologías o sabidurías como internet, wifi, @ etc.

Los cambios tecnológicos que sufrimos, están provocando la pérdida del papel, por ello caen los libros desde el lomo del elefante.
Personalmente considero una verdadera lástima y un retraso en la evolución intelectual del ser humano, la pérdida del formato papel y nuestros amados libros, y no es que menosprecie los nuevos adelantos tecnológicos….pero ya veremos cómo hemos evolucionado en esta particular siembra de la enseñanza y la educación, con la recolección de su fruta que debería ser la sabiduría, pero como citamos con anterioridad los resultados de dicha educación los experimentaremos en el futuro, y si vemos las reflexiones de los textos del cuadro de “La verdad”, “La Mentira” y La Ciencia”, el pronóstico bajo mi punto de vista es desalentador.

Deberíamos valorar más la figura del maestro, la del educador, la de los padres.
Un síntoma insano de una sociedad es cómo tratan a sus mayores. En tiempos pasados han sido respetados, venerados y utilizados como fuente de sabiduría y experiencia vital.

¿Somos nuestra sociedad al completo, aun siendo adultos, el ser pequeñito
“emburbujado” del cuadro?

¿Estamos ciegos ante las señales y dirigiéndonos sin ser conscientes a una vida de huevo frito?

¡La generación de hierro se nos va, la que nos lo dio todo sin tener nada!

Tachi

www.tachipintor.com